sábado, 13 de marzo de 2010

El Extranjero. Marion (Capítulo 9)

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Mar del Plata, 15 de enero de 1985




Arcián descubrió, un par de temporadas atrás, poseer una facultad especial para adivinar sucesos en determinado tipo de situaciones, lo que lo llevó a probar suerte en el casino de Mar del Plata en más de una oportunidad, logrando algunas respetables ganancias y tener una cómoda vida, sin hacer un gran esfuerzo; nunca abusó de este don por no llamar la atención y porque pensó no necesitar más dinero que el requerido para vivir discretamente.
Hoy acaba de obtener algunas fichas extra en las mesas de punto y banca y decide tomarse un trago en el bar cuando una hermosa joven, vestida de largo se para junto a él y pide una limonada al encargado de la barra. Arcián empuja hacia adelante la caja de madera que contiene sus fichas y gira levemente el taburete en dirección de la mujer como para llamar su atención, provocando que ella se aleje un poco y lo mire con cierto desprecio, lo que no impide que él despliegue su más cautivante sonrisa. Ella vuelve la vista al frente de la barra, como ignorándolo y sin mirarlo, en voz muy baja le dice a Arcián:
-“Como verás…estoy trabajando y si no estás dispuesto a pagar por ello, mejor ni lo intentes”.
Arcián, que por primera vez en la noche erró en adivinar una situación, se para y le dice al camarero”
-“Por favor guardame esto”-mientras empuja un poco más las fichas hacia él, toma fuertemente del brazo a la jovencita y le dice:
”-Vos…acompañame”-llevándola hacia la puerta con leves presiones de sus dedos pulgar e índice sobre el antebrazo, como indicándole el camino, mientras ella decide seguirlo sin hacer demasiado escándalo, ya que no sería conveniente en éste lugar.
-“Nunca me hubiera imaginado que usted es policía…”-le dice cuando llegan a la puerta de calle -”Y jamás me había equivocado en eso”.
-“Esta también es la primera vez para mí, hubiera jurado de eras una respetable señora”-mientras suben a un taxi que espera en la parada frente al casino.
-“¿Un taxi…qué clase de policía sos?”
-“Uno al que le gusta joder”- Le dice al oído y luego le ordena al conductor:-“Al Hotel Hermitage, por favor”.

A solo un par de cuadras de ahí, se encuentran ambos en la puerta de la habitación de Arcián, la que él abre para permitirle pasar a Marion, la joven prostituta, quién lo hace lentamente mirando a su alrededor mientras se quita toda la ropa a medida que camina hasta el dormitorio de la suite.
-“Veo que estás apurada”- le dice Arcián
-“El tiempo es oro…”-Responde, mientras se da vuelta abruptamente enseñándole su escultural cuerpo desnudo con arrogancia y arrojándole su corpiño en la cara.
Arcián la mira atónito, y por primera vez se queda sin palabras; ella cambia su altiva expresión y le dice:-“¿Acaso, nunca viste a una mujer?”.
Arcián se quita el corpiño de la cara y lentamente empieza a caminar hacia ella mientras se desabotona la camisa completamente, mostrándole su abdomen.
-“Nunca había conocido a una de mi especie”-dice él mientras la muchacha mira el suyo, como comparándolos.
-“¡Tú no puedes estar aquí!... ¿Cuál es tu misión?”-Le dice mientras Arcián continúa desvistiéndose.
-“Posiblemente sea la misma que la tuya”-y se saca el pantalón, acercándose hasta quedar muy próximo a ella.
-“A mí se me ordenó nunca salir de ésta ciudad”-replica mientras Arcián pone la mano en su busto, mirándola como lo haría un chico a su nuevo juguete.
-“Bueno…eso puede variar, según el caso”.
-“¡Imposible!”- dice ella haciendo caso omiso a las caricias de él-“Uno sólo de nosotros por población, es la consigna general…”
-“No es mi culpa que la mía se traslade aquí cada verano”-concluye él, mientras hace que ambos caigan sobre la cama y empieza a hacerle el amor, a lo que ella no contesta quedándose quieta con la mirada en el cielorraso, mientras balbucea algunas frases incoherentes-“No puede ser…me dijeron…yo aquí sola…sola…” Arcián se posiciona sobre ella y sin decir nada más la mira de frente y lentamente ella parece salir del trance hasta que acepta la propuesta de Arcián y se aferra a su cuerpo con ambas piernas sobre su cadera, dejándolo hacer lo que él desea, hasta que su propio deseo se confunde con el de él, y sus cuerpos parecen amalgamarse en uno sólo, salvo por una lágrima que corre por su joven rostro, el que parece distante… en otro tiempo, en otro mundo.

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