miércoles, 10 de marzo de 2010

El Extranjero. Estupro Institucional (Capítulo 6)

(Basado en un hecho real)
Buenos Aires, 18 de octubre de 1976



Elena crea sus propias fantasías acerca de su futuro mientras camina por la soleada mañana de la Ciudad Universitaria de Núñez, llevando sus cuadernos de apuntes apretados contra su pecho y disfrutando la vista del alegre campo de deportes que rodea los distintos edificios del complejo, mientras se dirige desde el primer pabellón, de Cálculo Matemático hasta el tercero, de Arquitectura.
Una oleada de automóviles aparece de repente, siguiendo el mismo recorrido y uno de ellos se detiene junto a ella invitándola a subir. Elena reconoce a uno de los pasajeros como un compañero en una materia y lo hace sin mediar una sola palabra. Es costumbre en esos parajes el llevar estudiantes de un edificio a otro debido a la falta de medios de transporte. En el interior del vehículo, se cruzan algunas palabras entre los pasajeros acerca de algunos cambios en el calendario académico hasta que el automóvil se detiene en las inmediaciones de la escalera metálica (por siempre provisoria) de entrada a la planta baja, que de hecho está en el segundo piso (cosa de arquitectos). El conductor le pide amablemente a algunos de los ocupantes que lo ayuden a llevar unas carpetas hasta el bar del segundo piso, (el quinto, si se cuenta el entrepiso entre la planta baja y el primero-si yo a esta altura también estoy algo confundido-) a lo que todos acceden inclusive Elena. Dicha escalera se encuentra entre ambos pabellones, lo que produce un túnel de viento muy violento que generalmente viene del Río de la Plata, considerando que los edificios se encuentran ubicados exactamente en su margen oeste. No importa cuán arreglado esté el cabello de Elena, al llegar al segundo piso ella se ve como una bruja desgreñada y al entrar al gran salón de accesos, el ambiente los vuelve a la realidad nacional, con barricadas de policías solicitando identificaciones a los alumnos nuevos y palpando de armas a discreción, lo que es cosa de todos los días por lo que ninguno se preocupa por ello, y menos Elena, que ya hace cuatro años que acude a esa facultad y todos los guardias ya conocen su cara. Justo antes de enfrentar las mesas donde se encuentra el vallado policial, Arcián, quien estuvo subiendo las escaleras detrás de Elena le ofrece ayudarla con las carpetas, a lo que ella responde amablemente:-“Gracias, pero ya estoy llegando, es usted muy amable”. Un policía observa la escena y decide pedirle a la joven que abra las carpetas y su cartera con el obvio motivo de revisar sus pertenencias, aunque no le pide identificación puesto que ya la había visto en estos últimos años. Ella mira intrigada hacia donde supuestamente se encuentra Arcián pero no logra verlo, cuando apoya sus carpetas en una mesa mientras abre su bolso. Un oficial, entretanto se apresura a abrir las carpetas, y descubre unos afiches improvisados con la imagen del Che Guevara, e inmediatamente toma del brazo fuertemente a Elena, quién se queda perpleja, gritando muy nerviosa:-“Eso no es mío, alguien me pidió que lo llevara por él”
El policía la mira con tranquilidad y le dice:
-“No te preocupes, yo te conozco y seguramente vamos a resolver este malentendido”- mientras la lleva del brazo hacia el núcleo de hormigón armado que contiene las escaleras y los ascensores acompañado por otros dos policías, los que llevan las cosas de Elena consigo; entran en un baño de servicio ubicado bajo las escaleras y ni bien cruzan la puerta, su actitud cambia para con Elena, empujándola contra la mesada de los lavabos.
-“Por favor señor, ya le dije que esos papeles no son míos…me los pusieron”- Dice la joven muy asustada, mientras entran los otros dos policías dejando la puerta del baño entreabierta y colocando un banco de madera con las patas de hierro (de los que suelen estar regados por toda la facultad) para evitar que se cierre, un poco para alardear de su impunidad y que todos aprendan la lección.
-“Ya lo sabemos, estos siempre se lo plantan a alguien porque son unos cagones que nunca dan la cara… y a ese que intentó ayudarte también lo conocemos, sabemos quiénes son cada uno de ellos”-dice el más grande de los policías, que ahora la vuelve a tomar por ambos brazos.
-“Entonces… ¿Qué quieren de mí?”-pregunta Elena.
-“Lo que nos venimos preguntando cada día que te vemos, es cómo te verías sin esta pollerita”- e inmediatamente le arranca la falda de un manotazo y la arroja al piso mientras ella grita aterrada y otro policía de baja estatura intenta sostenerla por detrás, cuando el primero se desabrocha el cinturón y la da vuelta tomándola por la parte trasera de su cabello, haciendo que agache la cabeza hasta sus rodillas, cuando empieza a penetrarla por detrás. La gente pasa por detrás de la puerta evitando mirar hacia adentro y haciendo oídos sordos a los gritos de Elena que es sometida por su boca simultáneamente, cuando Arcián pega una patada a la puerta tomando el banco con ambas manos y golpeando contundentemente con él al agente mas corpulento cuando el que estaba custodiando la entrada desabrocha el seguro de la cartuchera de su pistola cuarenta y cinco; el policía bajito lo detiene diciéndole:-“No, pará…que después ¿Quién se aguanta el papeleo?”-mientras saca su macana del cinturón y comienzan ambos a pegarle a Arcián hasta derribarlo, y ya en el suelo, el grandote, que recién se incorpora empieza a patearle la cabeza, cuando la pistola del segundo hombre se cae de su funda abierta y Arcián consigue alcanzarla, sacándole el seguro y disparando contra ellos, mientras grita:-“¡Tomatelás piba!”- y ella sale corriendo semidesnuda por los pasillos hasta quedar cubierta en una multitud de estudiantes que por fin deciden socorrerla, ocultándola del resto de los guardias de la facultad. Arcián se incorpora, aunque muy dolorido por la golpiza y ve que ha herido en el estómago al agente de pequeña estatura, cuando el más corpulento intenta sacar su arma y Arcián le dispara en la entrepierna, al ver que aún sigue asomando su miembro del pantalón, haciendo que caiga al suelo gritando de dolor. Se acerca a la puerta y mirando al segundo oficial, saca el cargador del arma y le extrae una bala, la que le muestra mientras dice:-“Esta la guardo para vos…”-luego arroja el cargador dentro de un inodoro y le tira el arma al agente que lo mira asustado en tanto Arcián termina la frase:-“…por si te vuelvo a ver, y…ah! Perdóname por lo del papeleo que te espera”- mientras sale por la puerta y se escabulle entre la multitud.

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